
La obra de Weber sobre sociología de la religión se abre con el ensayo "La ética protestante y el espíritu del capitalismo" y continúa con "La religión en China: confucianismo y taoísmo", "La religión de India: la sociología del hinduismo y budismo" y "Judaísmo antiguo". Su trabajo sobre otras religiones fue interrumpido por su muerte en 1920, quedando pendiente la continuación de los estudios sobre judaísmo antiguo con el estudio de los salmos, el libro de Jacob, el Talmud, cristianismo temprano e Islam.
Sus tres ideas principales eran el efecto de las ideas religiosas en las actividades económicas, la relación entre estratificación social e ideas religiosas, y las características singulares de la civilización occidental.
Su objetivo era encontrar razones que justificaran la diferencia entre el proceso de desarrollo de las culturas Occidental y Oriental. En el análisis de sus descubrimientos, Weber mantuvo que las ideas religiosas puritanas (y más ampliamente, cristianas) habían tenido un impacto importante en el desarrollo del sistema económico de Europa y los Estados Unidos, pero destacó que esos no eran las únicas causas del desarrollo. Entre otras causas que mencionó Weber encontramos el racionalismo en la búsqueda científica, mezclar observación con matemática, estudio sistemático y jurisprudencia, sistematización racional de la administración gubernamental, y empresa económica. Al final, el estudio de la sociología de la religión, de acuerdo con Weber, apenas exploraba una fase de la emancipación de la magia, ese "desencantamiento del mundo" que él atribuía como un aspecto distintivo importante de la cultura occidental.
Dentro de la sociología de las políticas y gobierno, el ensayo más significativo de Weber es probablemente La política como profesión. En él, Weber revela la definición de estado que se ha convertido tan importante en el pensamiento social occidental: que el estado es la entidad que posee el monopolio sobre el legítimo uso de la fuerza física. La política se debe entender como cualquier actividad a la que puede dedicarse el estado para influir sobre la distribución relativa de fuerza. La política, por tanto, se deriva del poder. Un político no debe ser un hombre de la ética cristiana verdadera, entendida por Weber como la ética del Sermón de la Montaña. Alguien partidario de tal ética debería ser considerado como un santo, ya que son únicamente los santos, según Weber, los que la siguen apropiadamente. El reino político no es un reino de santos. Un político ha de abrazar la ética del fin último y la de la responsabilidad, y debe sentir pasión por su advocación y ser capaz de distanciarse él mismo de la materia de sus esfuerzos (los gobernados).
Weber distinguía tres tipos puros de liderazgo político, dominación y autoridad: dominación carismática (familiar y religiosa), dominación tradicional (patriarcas, patrimonialismo, feudalismo), y dominación legal (ley y estado moderno, burocracia). Según su punto de vista, cada relación histórica entre gobernantes y gobernados contiene elementos que pueden ser analizados en base a esta distinción tripartita. Además, afirma que la inestabilidad de la autoridad carismática inevitablemente la fuerza a rutinizarse en una forma más estructurada de autoridad. Del mismo modo, asegura que en un tipo puro de regla tradicional, una resistencia al maestro suficiente puede llevar a una revolución tradicional. Por ello, alude a un movimiento inevitable hacia una estructura racional-legal de la autoridad, utilizando una estructura burocrática. Así, esta teoría puede ser vista en ocasiones como una parte de la teoría social evolucionista. Ésta enlaza con su concepto más amplio de racionalización sugiriendo la inevitabilidad de un movimiento en esta dirección.
Weber es también conocido por su estudio de la burocratización de la sociedad, los modos racionales en los que las organizaciones sociales aplican las características de un tipo ideal de burocracia.